miércoles, 19 de mayo de 2010

Una noche cualquiera

Tumbada sobre la cama, con la luz de la luna llena entrando por la ventana abierta de su habitación, ella estaba sumergida en sus pensamientos y divagaciones cuando un ruido de la calle la devolvió a la realidad. Eran risas. Se levantó y, recorriendo su habitación, se asomó a la ventana. Escondida trás las suaves cortinas blancas, observó la calle. Dos jóvenes se besaban con gran pasión en la acera de enfrente. Él la agarraba con fuerza de la cintura mientras ella intentaba zafarse de sus brazos, entre risas y sin hacer mucho esfuerzo. La boca del joven se deslizó hasta el cuello y siguió bajando por el sugerente escote de la chica, mientras ésta sonreía y dirigía una mirada de placer hacia el cielo. Las manos del chico bajaron hasta agarrar el trasero de ella, que dió un respingo y volvió a soltar otra carcajada.
Era una espectadora de algo prohibido y privado y ella lo sabia pero no podía dejar de mirarlos. Estaban allí, frente a su ventana, dando rienda suelta a su pasión. Él deseando poseerla. Ella resistiéndose timidamente pero sintiendo cada caricia, cada beso y disfrutando con ello. Aquello la excitaba. Ver cómo se comían el uno al otro con la mirada era muy erótico. Ella le dijo algo al oído a él con una sonrisa picarona. Él la miró con deseo y asintió. Se pusieron a andar calle abajo agarrados de la mano y mirándose con pasión, rumbo a algún lugar más privado donde poder desatarse por completo. Se quedó allí, observando cómo desaparecían los dos amantes y pensando cómo acabarían la noche. Cuando doblaron la esquina, volvió a la cama.

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