lunes, 5 de julio de 2010

Silencio y calma

Es de noche y el mundo está sumido en un absoluto silencio, casi sepulcral. La habitación se encuentra iluminada solo por la tenue luz de la luna que se filtra por la ventana. La penumbra crea amorfas sobras sobre las paredes y el techo que se mueven al ritmo en que los árboles de la calle se agitan al son del viento.
En la cama, un cuerpo se mueve inquieto y turbado, quién sabe si por un mal sueño o por una horrible pesadilla. La cabeza gira incesante de derecha a izquierda intentando liberarse de aquello que ha interrumpido su descanso.
De pronto, algo rompe la calma de la noche. El cuerpo que hace un segundo yacía sobre la cama se incorpora de golpe. Es una chica. Jadea profundamente intentando no ahogarse. Su respiración entrecortada va recuperando poco a poco un ritmo normal. Se inclina sobre una mesilla situada a la derecha de la cama y enciende una lámpara. La luz amarilla ilumina una pequeña parte de la habitación pero no hace desaparecer las sombras de las paredes.
Sonrie. Una sonrisa leve, casi inexistente pero real. - Solo ha sido una estupida pesadilla- dice para sí misma. Un profundo suspiro.
Apoya su peso sobre el brazo izquierdo mientras se atusa el pelo con el derecho. Su rostro cambia rapidamente. La pequeña sonrisa desaparece de sus labios. Ahora su cara es de absoluto pavor. Mira fijamente su muñeca derecha. Su respiración se va volviendo más entrecortada y ruidosa hasta casi no poder respirar. En su muñeca alguien ha gravado un número y un símbolo: 385 dentro de triángulo puesto del revés. El corazón le late a mil por hora. Se siente mareada y las naúseas opirmen su estómago. Agita su cabeza. Aquello no es real, no puede serlo. ¿cuando le han tatuado eso en la muñeca? ¿quien ha sido? ¿que significa todo esto?
Un pequeño chasquido. Proviene del fondo de la habitación, allí donde no llega la luz de la lámpara. Ella vuelve su mirada hacía allí. Pronto se arrepiente de haberlo hecho. Terror en estado puro es lo que refleja su rostro. Retrocede en la cama hasta que su espalda pega contra el cabecero. No puede ir más allá. ¿correr? ¿esconderse?. No puede mover las piernas. Huir sería inútil. No llegaría nunca ha alcanzar la puerta.
La tensión va en aumento hasta que el desgarrador grito de la chica rompe de nuevo la quietud y el silencio de la noche. Todo se vuelve negro.