jueves, 9 de junio de 2011

Párate a pensar


En una noche como esta, lluviosa y solitaria, se paró a pensar. Hacía tiempo que no se lo permitía pero la tormenta le obligó.
¿Por qué ya nadie se para un minuto a pensar?
Por miedo.
Porque, por ejemplo, puedes ponerte a pensar si mereció la pena, si realmente algo de aquello fue verdad, si hiciste bien en huir o, por el contrario, deberías haberte quedado.
Porque puedes llegar a pensar que no tuvo sentido aquella historia y que no fue un buen motivo para marcharte.
Porque llegarías a creer que tal vez sí que te amó, si que quiso estar contigo pero que fue una historia imposible aunque, al mismo tiempo, piensas que eso es mentira, que jamás hubo amor ni nada que se le pareciese y te desengañas a ti misma de la veracidad de esa historia idílica.
Y porque llegarías a pensar que estas loca, loca de remate, completamente perturbada al darte cuenta que realmente algo así no se merece tus pensamientos e intentarías borrarlo, eliminarlo para siempre y empeoraría tu locura por darte cuenta que no es posible.
Por hoy, ya no quiere pensar más. La tormenta sigue. Sus lágrimas empiezan ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario